
Un río frontera. Day One
Navegar por el Amazonas es como hacerlo por una autopista. En vez de camiones y coches circulan embarcaciones y canoas, comerciantes, familias que se desplazan a comprar víveres a "grandes poblaciones" de la ribera amazónica como Leticia, Tabatinga o Puerto Alegría, en Colombia, Brasil y Perú respectivamente. Es un río sin fronteras que hace de frontera entre estos países. No existe aduana. Nadie te va a pedir documentación por entrar o salir de un país u otro a través del río. En todo momento eres ilegal. Pero allí éso es lo legal.

En un vuelo de linea regular de Aero República Bogotá-Leticia, ùnico medio por el cual se puede llegar hasta allí. Cerca de 2 horas para llegar a nuestro destino, Leticia, capital del departamento de Amazonas. En tiempos una ciudad peligrosa por ser un


En mitad del trayecto nos cayó un aguacero que casi volcamos, exagerando un poco. Hicimos parada en la Isla de los Micos. Nuestra misión allí era dar de comer unos bananos a un buen número de Micos (monos). Unos silbiditos y en apenas unos minutos trepando por los árboles un grupo de ellos se acercó hasta donde estábamos. Estirabas el brazo y ahí tenías al Miquito comiéndose el platanito, qué bonito! juju. Soy todo un poeta.
Arribamos a la reserva natural de Marasha, nos recibía otro guía para llevarnos h

Después de casi una hora de camino selvática, otro bicho nos recibía, un chihuiro, el roedor más grande del mundo que puede pesar hasta 60 kilos, llamada Brenda. Imaginaos una rata

que lo construyeron teniendo que completar ese trayecto que acabábamos de hacer, ya que era el único camino posible hasta allí, madera a madera, sin ayuda de ningún animal como medio de transporte. La verdad, un paraíso.

Nos prepararon unas cañas de lo más rústicas (un bambú con un par de metros de sedal atado a la punta) , un poco de pollo troceado y nos pusim

Una vez se hizo de noche, Juan nos citó para salir a buscar caimanes por el lago, montados en una canoa. Preparados con nuestras linternas de minero, nos echamos al agua. El método era simple, alumbrar con la linterna hacia las orillas del lago, y cuando brillaban 2 puntos es que allí había uno camuflado. Pasaba el rato y no veíamos nada. Solo oíamos. Los sonidos de la selva. Imposible encontrar silencio en la selva. Como una orquesta perfectamente entrenada y compenetrada se mezclaban los ruidos de sapos, grillos, micos, aves nocturnas, y quién sabe la cantid



A las 9 apagaban el generador, fuera luces y a dormir. Pero acompañado. Acompañado por la banda musical de los bichos de la selva, que debería sonar en los 40 principales. Mañana tocaba madrugar para partir hacia Heliconia, en Brasil...sólo había pasado un día y ya me sentía satisfecho.
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